ANÉCDOTAS AMAZONENSES
- Milton J. Fernández A.
- 2 sept 2015
- 2 Min. de lectura

En el año 1970-1971 en Puerto Ayacucho no había servicios funerarios. Los habitantes del pueblo cuando morían, la gobernación o el Concejo Municipal mandaban hacer la urna con los obreros en la Casa Sindical.
Una vez zozobró una embarcación en el raudal llamado “El Muerto”, cerca de la Isla de Ratón, resultando un indígena ahogado. El Señor Manuel Gari Altuve, Presidente del Concejo Municipal en esa época, comisionó al Señor Ángel Silva, muy conocido en la población como Angelito Silva, quien tenía un camión 350 y se dedicaba hacer viajes a cualquier sitio del Territorio, para que llevara una urna al Puerto de Samariapo para el indígena que perdió la vida en el raudal antes mencionado.
Angelito Silva embarcó la urna en su camión y se marchó rumbo a Samariapo. Al pasar por el Puente de Cataniapo, un indígena le pidió una colita hasta la comunidad de Puente Gómez. Lo montó en la cabina del carro, donde iba la urna. Era como las 5 de la tarde y comenzó a lloviznar. El indio abrió la urna y se metió, para no mojarse.
Al pasar por la comunidad Platanillal, dos indígenas más le pidieron la cola para Puerto Samariapo. Se embarcaron en la cabina, pero con recelo por la urna. En el trayecto la lluvia cesó y el indígena que iba dentro de la urna, abrió la ventanilla y sacó la mano, para tantear el ambiente y saber si la lluvia había cesado.
Los dos parientes al ver que el muerto se estaba levantando volaron como murciélago en la oscuridad y hasta el presente sus familiares no saben de sus paraderos.
Angelito Silva siguió hacia su destino sin percatarse de nada.
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